El habla se vuelve castigo cuando el reproche
se hace presente, y los oídos sufren,
fustigados por palabras hirientes. Aquel que
haya amado y dejo de hacerlo, se convierte en
verdugo, en veces, del otro ser
que todavía ama, aun sin quererlo…
La tarde se movía rápidamente hacia la noche, donde las criaturas nocturnas comenzaban a
asomar actividad; el movimiento despertaba mi curiosidad ya que nunca había prestado
atención a ello, habiendo vivido la mayor parte de mi vida en la ciudad, totalmente ajeno a los asuntos de la campiña. A lo más que llegue a ver de vida nocturna, eran los bares y algunas cucarachas que merodeaban por mi cocina.
©Carlos di Paulo Zozaya, del libro “Cuando te miro”