La muerte pasa
A veces llana a veces plena
Siempre pasa y no se sabe
Recorre las plazas y la calle
Y le ladran los perros
Pero ella no ceja su paso
A veces raudo, a veces laso…
Pasa la muerte en el ocaso
De madrugada o a medio día
Y le ladran los perros
La sienten ajena y fría
Pero ella no cede su encargo
Y siempre continúa de largo
Hasta encontrarse por quien venía
Extracto del libro “El aro de bronce”
Por Carlos Di Paulo Zozaya