Buenos días, tardes o noches, no importa la hora, ya que todo es relativo a la percepción que cada uno tiene en base a su propia realidad. Mi nombre es Carlos di Paulo Zozaya.
Prólogo
Diré que mi realidad es la poesía y se centra entre letras que revolotean con cadencia tal y cual fueren un hato de aves buscando pernoctar en su árbol favorito.
Sin embargo, la realidad de cada cual depende de su necesidad y entramos en contacto con personas y cosas relacionadas a lo que se propone ser un estilo de vida, o al menos así lo pienso, no obstante que muchas veces se hace lo contrario a lo que se desea y ese realismo se trasforma en otra cosa con matices de infelicidad. Entonces se desarrolla la “tolerancia” y se aprende a aceptar esa realidad, cual síndrome de Estocolmo, pero la frustración se hace evidente en cada aspecto de la vida, toda vez que no es esa sino otra la que se desea vivir.
Los invito a reflexionar sobre sus vidas y a modificar aquellos aspectos que no se desean por medio de cambiar la manera de pensar y así lograr cambios positivos, con la esperanza de vivir en un mundo mas armónico con seres humanos completos y no con un pie en esta realidad y otro en la que desearían vivir.
Y hablando de esperanza, aquí tengo un poema relativo:
Esperando pasó el tiempo Y esperando la esperanza Se perdió en sus garras Porque monstruoso es El tiempo perdido sin gana Pasando días y semanas Con la esperanza vana Sin levantar la voz, pidiendo nada Viviendo solo de esperar La vida se va y la esperanza seguirá por siempre.
Y como perder la oportunidad para presentar el primer capítulo de “Eres mi esperanza en la realidad”
Y ahora la esperanza tengo De verla pasar a mi lado De encontrarla donde vengo Y soltar un hola despiadado La esperanza De que al escucharme Detenga su paso alegre Retorne un saludo ecuánime Y yo perplejo quede exánime Tengo la esperanza… Y la seguiré teniendo hasta Que por el camino un día O tarde o noche no parta Sin verla y decirle “mía” ¡Y que casualidad!...
La esperanza rinde frutos cuando se tiene perseverancia y tenacidad… me dije muy ufano. Y mientras la veía venir desde lo que me pareció toda una vida, pensé en decirle:
“Puedes ser parte de mi vida Parte importante sin duda Compartiré contigo mis momentos Mi aliento, mi fuerza y esperanza Te obsequiaré todo lo que puedo dar Viviré contigo los momentos felices Y lloraremos juntos las amarguras Pero no puedes ser mi vida entera Porque si algún día tienes que irte A buscar nuevas emociones Entonces, lamentablemente moriría”
Sin embargo, cuando apenas la conocía, lo propio sería expresarle una pequeña salutación para ver que pasaba. Si sonreía entonces diría otras palabras casuales, pero mejor articuladas, algo así como esto:
“Eres como Selene Viandante de la estela de la luna Y yo esperando en el camino, En ascuas de verte impresa Entre las nubes que bordean a la esperanza Compuesta entre razón y ensoñación”
Pero no pude más que decir un “Buenas tardes” a secas, no un hola sonriente como lo había pensado ni tampoco ninguna de las floridas palabras que antes llenaran mi cabeza. ¡Que desperdicio de neuronas que cuando las necesito, se meten a la heladera solas!
Ella levantó la mirada y respondió en el mismo tono con mis mismas palabras con una pequeña mueca, un mohín de agrado quizá, o tal vez por los motivos de la esperanza lo vi así.
Pasó de largo y de repente se detuvo, como quien recuerda algo… pensé que había perdido mi oportunidad hasta que dio media vuelta y regresó conmigo… ¿Cambiaría mi realidad este retorno inesperado?
Continuará el próximo sábado…
©Carlos di Paulo Zozaya
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