Te llamé entre sueños
Mi mente esforzada por retener el recuerdo fijo y latente de tu ser, de tu cuerpo y sensualidad, me envolvía en una maraña de pensamientos casi imposibles de sortear.
Tu forma de mirar, con esos ojos tan vivos, la caída de tus cabellos sobre tus hombros, tus finos brazos que me invitaban a ir a ti, tus caderas pronunciadas, siguiendo la fina curva desde tu cintura, hasta llegar a tus piernas. Tu espalda, tersa como la seda, tus senos redondeados, dádiva divina para el gozo de mis manos, boca e imaginación.
El recorrido no se detiene ahí, mis rememoraciones siguen la línea simétrica desde tus pies, pasando por la entrepierna, regocijo de mi masculinidad, flor de tu ser carnal, piedad de este mortal que al verte retoza mi cuerpo vivamente, entrecortada la respiración…
Cuantas veces en el acto del amor
Postrados en el lecho de nuestro idilio
Acaricié tiernamente tus piernas
Recorriendo con mis dedos cada palmo
De tu piel sonrosada tal vez por el pudor
De cuando por primera vez fuimos uno
Entregados a las artes de la pasión
Largamente guardada desde que
Soñando con nosotros nos perdimos
En aquel pertinente solaz abrazo…
Y el color no se desvaneció por la mañana
Siguió con su tono vivaz y lozano
Perspicazmente guardando nuestro secreto
Cubriéndote de ese rubor permanente
De quien reconoce sus haberes sin confesarlo
En el recordar se me fueron las horas, toda tu posada sobre mis piernas, tu desnudez latente en mi mente, me provocó soñarte, pero desperté sobresaltado al escuchar en mis alocados sueños el cerrojo…
¿Acaso te llamé entre sueños?
Y los pasos en la escalera precipitó mi corazón. Retuve mi respiración esperando que la puerta de mi recámara se abriera…
Del libro Odas de amor y pasión por ©Carlos di Paulo Zozaya
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