Trajín de recuas con su melancolía
Sopor del verano en la vereda
Crujiendo las ruedas del carromato
Y la monótona mirada del conductor
Y en una manta ocre y acre envuelto
Con moscas arremolinándose en derredor
Pero ya sin vida, ¿Qué podría importarme?
Ni siquiera el propio hedor de mi carne
Entregada a la muerte me molestaba ya…
Y ni el polvo levantado en tolvaneras
Depositado en mis ojos y boca abiertos
Con los párpados muertos y la garganta reseca
Que ni el agua sacra podría alivianar en vida
Menos en la mortaja o predicamento
De que ahora fuera preso…
Tal es el recuento del sentir cuando se muere
Muere el corazón dentro de un cuerpo
Cuerpo aún con vida, que respira y siente
Solo que con el corazón ausente, no se puede
©Carlos di Paulo Zozaya
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