Toqué la puerta
Y una sutil llamarada recorrió mi cuerpo
Recorrió mi espina dorsal velozmente
Calentando mí entraña con la expectación
Si saber que ya estabas ansiosa de verme
Con una llamarada propia en tu vientre
Los goznes chirriaron al abrir la puerta
Y la vieja aldaba cayó repentinamente
Liberando a tus manos para sostenerme
En un abrazo caliente, rodeando mi cintura
Apretando con tus muslos para no caerte
Entonces sentí la flama por segunda ocasión
Pero esta vez sentí la trasferencia del calor
Entre tus piernas y las mías un ligero temblor
Era ya urgente bajar las cortinas y abrir
Abrir la cremallera y buscar una pared
Que la cama nos quedaba muy lejos…
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