La pasión y el erotismo son parte esencial de nosotros. Estos elementos añaden la sal y pimienta a la receta de la vida. La velocidad de la cocción, depende directamente de la llama que la enciende cada día.
Ésta llama prendida, se activa indudablemente por nuestros instintos primarios, el combustible necesario del deseo sexual, solo que el llevar a cabo este acto, con el único motivo de preservar la especie, sería mucho muy blanco y negro, el daltonismo de las relaciones entre un hombre y una mujer.
Los colores en cambio, con sus diferentes tonalidades y matices, aceleran el ritmo cardíaco y las pupilas se dilatan, todos los sentidos se alertan con la fluidez de la sangre recorriendo todo el cuerpo, simplemente por entrar en contacto con el ser que es objeto de nuestros sueños.
El erotismo provoca, llama y empuja a los impulsos humanos por entablar relaciones sexuales. Propicia los elementos para actuar las fantasías y construye el entorno sobre el cual la mente, como guionista fiel, ya ha descrito el escenario y puesto en escena a los actores; solo se requiere de un roce con la punta de los dedos, para comenzar la mágica danza de la cama, las sábanas y la habitación, aunque hay quienes no requieran de tales aditamentos para fundirse en esta colorida llama del deseo. El mundo es adecuado para la pasión, il amour.
Del libro “Odas de amor y pasión” Por Carlos di Paulo Zozaya